El 2 de noviembre a las 19:30h, en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional, podremos disfrutar uno de los conciertos más esperados del año.
Este será el programa completo:
Mendelssohn
Ruy Blas, obertura, op. 95.
Schumann
Sinfonía núm. 4 en re menor, op. 120
Mozart
Réquiem, K. 626
Hoy nos detenemos en la primera obra del concierto.
Mendelssohn
Ruy Blas, obertura, op. 95
Compuesta por Mendelssohn (1809-1847) en tres días, entre el 6 y el 8 de marzo de 1839 —la retocó con rapidez y la reestrenó en el mismo mes—, y solicitada para una producción benéfica del Fondo de Pensiones del Teatro de Leipzig, esta obertura de unos siete minutos se basa en un largo y difícil drama histórico de Víctor Hugo, Ruy Blas, que se acababa de estrenar en noviembre de 1838. Abordaba la España de Carlos II, de finales del siglo XVII, en un período de clara decadencia imperial.
Lo cierto es que a Mendelssohn no le gustaba en modo alguno la obra de Hugo, realmente la detestaba y quería evitar trabajar en su difusión, pero esto no se desprende de la elegancia y de la energía de la pieza musical; incluso es célebre su afirmación en carta a su madre de que “Pocas obras mías me han producido una emoción más divertida”.
Al margen de en su célebre Sueño de una noche de verano de Shakespeare, Mendelssohn trabajó en música incidental en este drama de Víctor Hugo y en otros como El principe constante de Calderón de la Barca; Antígona y Edipo en Colono de Sófocles; o en Atalía de Racine.
La obra trata del engaño de un noble despechado que hace casar a la reina con un criado, Ruy Blas, al que da el gobierno, pensando ella que es duque; enamorada locamente, conoce la verdad y debe repudiarlo con gran sufrimiento ardiente. Ruy Blas mata al desalmado noble y después se envenena, acción que deslumbra y embelesa a la reina.
La orquestación y la melodía resultan muy brillantes, tras empezar con acordes oscuros y acabar con gran ímpetu, con un allegro molto que determina a la pieza completa. Aventura en cierto modo la ópera de Verdi que ya se acercaba.
Imprescindible para:
- Conocer el acercamiento de Mendelssohn a una de sus músicas incidentales basadas en dramas célebres.
- Escuchar una música cuya exaltación crece conforme se acerca a su final.
- Percibir cómo la música en pocos minutos aborda muy distintos estados de ánimo con gran riqueza.
- Comprobar el habitual juego de texturas de Mendelssohn.
- Asistir a una típica obertura romántica, prefiguradora del estilo de otras obras.
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