Concierto 2 noviembre: Sinfonía n.º 4 de Schumann

Continuamos nuestro recorrido por el programa del concierto del 2 de noviembre en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional, y hoy nos detenemos en la Sinfonía n.º 4 de Schumann.

 

Este será el programa completo:

 

Mendelssohn

Ruy Blas, obertura, op. 95.

Schumann

Sinfonía núm. 4 en re menor, op. 120

Mozart

Réquiem, K. 626

 

Schumann

Sinfonía n.º 4 en re menor, op. 120

 

Robert Schumann (1810-1856) estrenó con gran éxito su Primera sinfonía ‘Primavera’, con un fantástico movimiento final, el 31 de marzo de 1841 bajo la dirección de Mendelssohn —incluso se publicó la obra en octubre de aquel año—, lo que llevó a su autor a un adentramiento en el sinfonismo, animado en gran medida por su esposa, Clara Schumann (1819-1896), para superar las restricciones compositivas y expresivas del piano. Así, compuso una nueva sinfonía entre abril y octubre de 1841, lo que por entonces era su segunda —tras su considerable revisión la conocemos como Cuarta—, y fue estrenada en un concierto en beneficio de Franz Liszt el 6 de diciembre de 1841. Sin embargo, esa es solo la primera versión de la obra, pues fue retocada en 1851 y reorquestada completamente, aunque algunos autores como Brahms prefirieron la primera versión y la siguieron llevando a los escenarios e incluso, dado que entendían que la segunda ofrecía también algunas mejoras, llegó Brahms a publicar en 1891, junto al compositor y director Franz Wüllner, una versión híbrida de ambas, que hasta incluía algunos pequeños añadidos.

 

La primera versión, a falta de terminar la orquestación y algunas revisiones finales, la terminó Schumann el 13 de septiembre de 1841, para ofrecer como regalo de cumpleaños a Clara, su joven esposa, con la que había contraído matrimonio en 1840. Sin duda, se estructuraba como una sinfonía tradicional en cuatro movimientos, rápidos los de apertura y cierre, lento el segundo y de aire de danza el tercero, pero todos claramente con referencias temáticas que los vinculan, con conexiones evidentes entre ellos, con algunas divergencias en el modelo tradicional, como la supresión de la recapitulación en el primer movimiento. Se trataba de una sinfonía sin interrupciones, de estructura única, con la indicación de attacca, esto es, interpretando los movimientos sin pausa, lo que al comienzo no supo ser entendido por el público.

 

Simultáneamente, sigue la tradición y la cuestiona. Las críticas fueron desiguales y la acogida del público no muy fervorosa en la primera versión, por lo que Schumann no logró publicar esta nueva sinfonía, excusándose el editor en que haría disminuir la venta de la Primera que ya estaban emprendiendo. Aquella sinfonía no llegaba a establecerse en las salas de conciertos y veía su edición llevada a cabo.

Esto llevó a Schumann a querer rehacer la obra. La segunda versión, la de diciembre de 1851, la llevó a cabo tras su mayor éxito en vida: el estreno de su Tercera sinfonía ‘Renana’ el 6 de febrero bajo su propia dirección. La mencionada segunda versión de la vieja sinfonía de 1841 no se pudo estrenar en 1852 por cuestiones de salud del autor, pero fue estrenada y publicada en 1853 como Cuarta, op. 120 y fue un gran éxito inmediato. La orquestación se cambió por completo y muchos pasajes de solistas pasaron a ser interpretados por grupos de instrumentos, lo que parece dar mayor concentración sonora y mayor densidad; hasta cambió el nombre de los tempi en italiano por otros nuevos en alemán.

 

Las primeras notas ya se emplean de enérgico tema del primer movimiento, sin tregua, con una energía típica del Romanticismo. La obra acabó siendo aclamada por completo y difundida sin cesar por Europa y por América.

 

Imprescindible para:

 

  • Escuchar una particular y excelente sinfonía en la que sus movimientos permanecen en una clara unión, con enlaces que eviten las interrupciones.
  • Deleitarse con la delicadeza del solo de violín del «Romanze» del segundo movimiento.
  • Percibir una música en constante estado de emoción y de dinamismo.
  • Presenciar la interpretación de una de las sinfonías más aclamadas de la historia.
  • Asistir al primer caso de sinfonía transformada de raíz por su autor.

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