Concierto 8 febrero: Obertura 1812 de Tchaikovsky

Concluimos nuestro recorrido por el programa del concierto del 8 de febrero en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional con la Obertura 1812 de Tchaikovsky.

 

Programa completo del concierto:

Smetana

Mi patria (“El Moldava”)

Tchaikovsky

Concierto para piano y orquesta núm. 1 en si bemol menor, op.23

Tchaikovsky

Romeo y Julieta, obertura

Tchaikovsky

Obertura 1812

 

Tchaikovsky
Obertura de 1812

La Obertura de 1812 es una de las obras más emblemáticas de la historia de la música, pero Tchaikovsky no le concedió nunca mayor importancia ni aludió a ella tras su composición, que abordó por ser un mero encargo —la misma razón por la que abominaba de ella—, pues creía que escribir para conmemoraciones y festejos solo podía crear glorificaciones insustanciales. Sin embargo, pudo ver que tanto en Rusia, por razones históricas obvias, como en el resto de Europa y en Estados Unidos, la obra era aclamada y solicitada. Incluso hoy en Estados Unidos tiene un papel inamovible cada 4 de julio, al celebrar el Día de la Independencia del país.

 

El encargo le llegó a Tchaikovsky en 1880, ya que en 1881 tendría lugar la inauguración de una Exposición de Artes e Industria en Moscú, se celebrarían las bodas de plata del zar Alejandro II en el trono y cabía esperar la conclusión de la catedral de Cristo Salvador de Moscú —realmente eso acaeció en mayo de 1883—, que mandó construir ya en 1812 el zar Alejandro I al constatar la retirada napoleónica tras la invasión de Rusia.

 

Se trata de una obra descriptiva en la que se percibe la preparación de la batalla de Borodinó y los ruegos a Dios por su éxito, la batalla en sí y la retirada de las tropas francesas. Se estrenó en el verano de 1882 en Moscú —dirigida por Antón Rubinstein (1829-1894)— junto a la catedral inacabada de Cristo Salvador, al retrasarse la inauguración de la Exposición mencionada. Desde la publicación completa de Guerra y paz de León Tolstói en 1869, los hechos de 1812 habían cobrado gran actualidad. Tchaikovsky, a pesar de su escaso interés, sabía que la obra debía estar revestida de grandiosidad y actuó en consecuencia, hasta incluyendo disparos de cañones dos veces. El plan original pasaba por que sonaran las campanas de todas las iglesias de Moscú —solo lo hizo las de una catedral—, con una banda para auxiliar a la orquesta y muchas otras señales de pompa, pero desde el asesinato de Alejandro II, en marzo de 1881, parte de las ideas de suntuosidad se vinieron abajo.

 

Tchaikovsky tomó como referencia la batalla de Borodinó, celebrada el 7 de septiembre de 1812 —en el calendario gregoriano— entre las tropas francesas de Napoleón y las rusas de Mijaíl Kutúzov. Es una de las mayores de la historia, en la que se calcula que pudo llegar a haber hasta cien mil muertos. Realmente la victoria cabría concederla a los franceses ante la retirada rusa, pero fue realmente pírrica, pues el estado de aislamiento en que quedaron y la lejanía o ruptura de líneas de mantenimiento apenas dejaba oportunidad a la Grande Armée, sin provisiones ni medios para combatir las temperaturas bajo cero, lo que acabó redundando en la victoria final rusa en la guerra. Los franceses tuvieron que ir hacia Moscú, abandonada primero sin dejar medios e incendiada después para no dar cuartel a los invasores, lo que definitivamente los obligó a la retirada de octubre a diciembre de 1812, en la que perecieron el noventa por ciento entre hambre, enfermedades, acoso ruso y congelación.

 

La obra empieza lenta, con el himno zarista —Señor, salva a tu pueblo— interpretado por cuatro violonchelos y dos violas, lo que representa al pueblo orando para hacer frente a la invasión y para que se una el pueblo a la lucha, ante la superioridad de la Grande Armée. Realmente no era el himno ruso en 1812 —no hubo ninguno oficial hasta 1815—, aunque sí lo era durante la vida de Tchaikovsky. Se incrementa la tensión musical y la energía, lo que representa la clara amenaza bélica, hasta que suena La Marsellesa, que tampoco era el himno francés en 1812, pues aunque se estableció en 1795 como tal, Napoleón lo prohibió en 1805, si bien se volvió a establecer como himno francés en 1879, el año antes de la composición de la Obertura de 1812.

 

Tras las pugnas bélicas, llega una nueva serenidad lírica e incluso una posterior danza folclórica rusa —“En la puerta”—, melodías populares que reflejan a los civiles incorporándose a la lucha, con lo que lo popular ruso se une a lo religioso anteriormente esbozado. Vuelve la música enérgica y bélica, así como después vuelve el lirismo y la danza folclórica. De nuevo, con la presencia de La Marsellesa, llega el estallido y el  fragor de la batalla; la percusión y los disparos de los cañones se imponen al himno francés, hasta que baja la tensión en la sección de las cuerdas, lo que muestra la pérdida de empuje y la retirada napoleónica. El himno imperial zarista suena de nuevo, símbolo de la victoria, y repican las campanas para celebrarla.

 

El final resulta grandioso y épico: el himno ruso, las campanas resonantes, los cañonazos victoriosos y ahuyentadores del enemigo…, todo contribuye a una culminación intensamente heroica y simpar entre la victoria y la explosión de júbilo.

 

Imprescindible para:

  • Comprobar la grandeza heroica de la música.
  • Rememorar un episodio histórico único en el desarrollo europeo.
  • Experimentar la fastuosidad chaikovskiana, la otra cara de la moneda sentimental de su Romanticismo irredento.

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